lunes, 25 de noviembre de 2024

DESDE OTRA MIRADA:

CÓMO MI PRIMERA TRADUCCIÓN COMO ALUMNA DE GRADO SE CONVIRTIÓ EN PUBLICACIÓN
 

[ENTRADA EN CONSTRUCCIÓN]

Desde el año 2009, soy docente de traducción en el Traductorado Público en Idioma Inglés, carrera de grado de la Universidad Nacional de Lanús (UNLa). Ser docente universitaria me enorgullece. Ya he perdido la cuenta de cuántos alumnos (ahora colegas) he formado. Ser traductora pública en ejercicio me ha obligado siempre a estar actualizada, pero la docencia, sin lugar al dudas, es el imperativo más vigoroso en este sentido.

La carrera cuenta con una revista institucional que se llama In Other Words. Y este año publiqué un artículo (o, en rigor de verdad, un relato) sobre la alegría que sentía con la primera traducción de mi autoría en un libro académico. Dicho relato me sirvió de excusa para contar cómo fueron mis primeros pasos como alumna del Traductorado Público en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y cómo he vivido los primeros años de formación sin Internet. 

Con relación a esto último, el artículo que deseo compartirles hoy en este blog se centra, principalmente, en las oportunidades que se  nos presentan si encaramos nuestra carrera con convicción y responsabilidad. Yo tuve la inmensa gratificación de que una traducción que realicé como alumna de grado fuera elegida por un profesor de Teoría General del  Derecho para incluirla en su libro. Y de eso se trata. Dejo aquí el link al artículo completo y más abajo un mero adelanto. Espero que lo disfruten y que, sobre todo, sirva de inspiración.

                                            (***EXTRACTOS DEL ARTÍCULO***)

Seguramente muchos de los lectores de esta revista saben que soy traductora pública, que egresé de la Universidad de Buenos Aires, que me apasionan el derecho y la traducción jurídica, pero no sé cuántos sabrán que la primera vez que publicaron una traducción de mi autoría fue una que realicé como trabajo práctico final cuando era alumna de la carrera de grado. Corría el año 1996 –me emociona pensar que era una joven con un sueño académico– y, entre otras materias de Abogacía, cursaba una que, desde el vamos, me cautivó: Teoría General del Derecho. Era mi primer año en la Facultad de Derecho (luego de haber aprobado el Ciclo Básico Común), mi primer cuatrimestre como alumna del Traductorado Público en Idioma Inglés. Me sentía como Bella Baxter, la protagonista de Poor Things,[1] descubriendo un mundo nuevo en un edificio impresionante y experimentando la vida en un escenario diferente, con mente abierta y ávida por recorrer el laberinto de la universidad: aventura y curiosidad en tándem.  

Sin embargo (y con esto sí los voy a sorprender), ese año decidí cursar solo materias de Abogacía.[2] Recuerdo haberle comentado a mi madre: «Prefiero empezar tranquila, sin muchas presiones». Esa decisión implicaba un año más de carrera, pero nunca fue mi prioridad correr contra el tiempo: yo quería formarme y sentía que, antes de sumergirme en las materias exclusivas del Traductorado Público, necesitaba mayor exposición al discurso jurídico, conocer más sobre leyes, entender los conceptos propios del derecho. Yo ya sabía –por comentarios de conocidos– que se trataba de una carrera con mucha exigencia y las materias de traducción me daban mucho miedo (¡por no decir terror!).

Así fue que en el primer cuatrimestre me anoté en la cátedra Cárcova-Martyniuk, en la comisión número 6033. Las clases eran impartidas por el profesor adjunto, el Dr. Claudio Martyniuk, quien, a su vez, tenía un jefe de trabajos prácticos, el Dr. Christian Courtis. Recuerdo que iba a las clases con mucha alegría, a pesar de que los temas del programa parecían disuasivos o complejos. Leíamos textos sobre filosofía del derecho y en las clases se estudiaban las teorías de los grandes juristas de la historia. Todo era una sorpresa para mí, que, lejos de paralizarme, me invitaba a profundizar y a enamorarme de la música jurídica. La sensación era la misma que se produce en el organismo cuando se saborea un chocolate favorito. Endorfinas. Era un alivio también: «No me equivoqué; estoy en el lugar correcto». Los profesores eran dos genios con reconocida versación en la materia y, desde el rigor académico combinado con el humor en la medida justa, lograban que yo cada vez me comprometiera más con los temas abordados. Con La teoría pura del derecho de Hans Kelsen (sí, el célebre jurista austríaco autor de la pirámide sobre jerarquía normativa), el jusnaturalismo, el juspositivismo –entre tantos otros ejes teóricos del curso– se me abría un mundo inmenso, un mundo que sigue expandiéndose incluso hoy en día. El derecho es una ciencia inagotable, dinámica, en constante movimiento, alimentándose a manos llenas de los cambios sociales, en ese incansable intento de preservar la armonía dentro de una comunidad.

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[1] La película Poor Things (2023) se basa en la novela homónima (1992) de Alasdair Gray y narra la historia de Bella Baxter (interpretada por Emma Stone). La película es una adaptación de este libro, dirigida por YorgosLanthimos.

[2] El plan de estudios del Traductorado Público en la UBA incluye materias de Abogacía (casi todo el Ciclo Profesional Común, etapa inicial de todas las orientaciones); es decir, los alumnos de Traductorado Público cursan materias de Derecho junto con los futuros abogados.




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'Desde otra mirada: Cómo mi traducción como alumna de grado se convirtió en publicación' por Mariela Santoro se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.
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