Guía para lograr un producto final eficaz
Como señala Anabel Borja Albi en su artículo «Los géneros jurídicos» (2017), una contribución reveladora es aquella elaborada por Monzó (2002), en la que introduce el concepto de ‘transgénero’ para referirse a aquellos géneros surgidos en situaciones de traducción que no resultan de la suma de las convenciones del género del sistema de lengua original y el ‘equivalente’ en lengua de llegada, sino que nacen con unas particularidades propias.
En la Argentina, la traducción pública (denominada traducción jurada en otras jurisdicciones como España) debe cumplir con ciertas formalidades para ser concebida y aceptada como tal por un colegio profesional (les recomiendo leer mi primera entrada en este blog: 'Traducción pública' versus 'traducción jurídica').
Sin más preámbulos, a continuación presento una guía práctica con el objetivo de que sirva de ayuda, sobre todo, a los alumnos avanzados en las carreras de grado de Traductor Público y, también, a los traductores públicos noveles que deben entregarle al cliente, como parte del servicio contratado, un producto meta (traducción pública) que sea funcional y eficaz. Con la siguiente guía quiero ayudarlos a evitar la amarga sorpresa de que una traducción pública sea rechazada o que no alcance el nivel de organización mínimo que sea de utilidad para quien la reciba (el contenido es para otro debate).
1. TAREA ARTESANAL. Realizar una
traducción pública es una tarea artesanal, una obra detallista, cuya
efectividad dependerá no solo del conocimiento jurídico y lingüístico del
traductor público actuante (esto tiene que ver con el contenido correcto), sino también de sus habilidades para organizar la
información. En este sentido, como afirmo en el título de esta entrada, «la traducción pública es el arte de
organizar información, de manera clara y sensata». Debemos aplicar el
sentido común, ya que los documentos fuente (sobre todo los de carácter registral/notarial/administrativo) son, en general, caóticos, a veces ilegibles y cuentan
con formatos y detalles de seguridad propios de los documentos oficiales. Al
realizar una traducción pública, se debe observar y cuidar hasta el mínimo
detalle para que el documento objeto del encargo de traducción cumpla la
función deseada (por ejemplo: postularse
a una beca, heredar bienes, contraer matrimonio, solicitar un empleo...).
2. ENCARGO DE TRADUCCIÓN. «Nadie traduce nada para nadie». Lo que quiero decir (aunque parezca una obviedad) es que siempre hay un cliente con una necesidad específica que contrata los
servicios de traducción: salvo que sea para fines de práctica académica (práctica de laboratorio), nadie traduce un documento porque sí. Para ello, un comitente nos entrega cierta documentación para un
fin específico. De nuestra labor dependerá el éxito o la frustración de un
negocio, un trámite o una diligencia. Es decir, cuando se asume un encargo
de traducción, el traductor público asume una responsabilidad frente al cliente
y frente a la sociedad.
3. LA TRADUCCIÓN PÚBLICA ES DESCRIPTIVA. «Ojos que no ven, traductor que
traduce a medias».
El traductor deberá traducir el contenido textual en cuestión (podríamos
llamarlo, material textual principal),
pero también deberá describir todo lo paratextual que observe en el documento fuente: sellos,
firmas, emblemas, imágenes, diseños de seguridad, fotografías... ¡TODO! Todo se
debe incluir en la traducción, mediante aclaraciones, comentarios y
descripciones del traductor. En la Argentina, por convención, todos los comentarios del traductor público deben
insertarse entre corchetes. Es decir, debemos pensar al traductor público como un narrador que interrumpe la prosa principal.
4. FORMALIDADES PARA LA LEGALIZACIÓN. «El reglamento de legalizaciones es la ley misma para los traductores». En este sentido, el traductor público deberá guiarse por lo dispuesto en el reglamento de legalizaciones del colegio profesional al cual pertenece (en CABA, por ejemplo, quienes estén matriculados en el CTPCBA deberán cumplir con las disposiciones de dicho reglamento).
5. FORMATO. «Ir a lo seguro». Si bien hay bastante libertad en cuanto a cómo organizar la información, el formato no es muy negociable. Toda vez que sea posible, se recomienda seguir con los valores de
preferencia de los márgenes sugeridos por cada colegio profesional, pero no quiere decir que el traductor no pueda elegir otros (sobre
todo por cuestiones de espacio en documentos complejos: cuando hay que agregar
tablas y otras cuestiones más sofisticadas). Asimismo, es importante recordar que el texto de la traducción no debe contener espacios en blanco.
6. FRASEOLOGÍA PARA DESCRIBIR. «Todo lector necesita un GPS». Insisto: la
traducción pública es descriptiva. Es necesario ubicar al lector dentro del
documento que se está traduciendo. Por eso, recurrimos a algunas frases ya establecidas en el ámbito traductoril para guiar al lector dentro del texto: ángulo superior izquierdo, margen inferior... Las combinaciones perifrásticas son variadas mediante el uso de superior, inferior, margen, ángulo, centro,
fondo del documento, anverso, reverso... Lo mismo sucederá en inglés: upper, lower, margin, corner, centre, background,
front, overleaf... Los ejemplos no son taxativos. En cada texto en
particular vamos a recurrir a distintas frases convenientes y claras para
ubicar una firma, un sello, un emblema...
7. COMENTARIOS DEL TRADUCTOR PÚBLICO. Dijimos que los
comentarios del traductor actuante deben insertarse entre [corchetes]. Debemos imaginar al
traductor como un narrador de una novela: toda vez que necesite hacer
intervenciones sobre información que no está escrita en el texto, realizar un comentario,
una aclaración, una nota o glosa, deberá insertar su voz entre corchetes,
precisamente para diferenciar ese comentario del material textual del documento
fuente.
Otro punto importante: «Si no lo veo, no lo invento». Cuando un sello es ilegible, debe aclararse. Si es parcialmente legible, se traduce lo que sí se
puede leer. Si es ilegible, pero se parece a un sello que ya vi mil veces y
tengo la certeza de que tiene la información que ya traduje en otras ocasiones, NO
INVENTO. Me atengo a la calidad del texto que me trajo el cliente.
8. ABREVIATURAS.
«Para acertijos, contrate a un mago». En los documentos
fuente abundarán las abreviaturas. El traductor público no debe trasladar las abreviaturas:
debe escribir la palabra completa, pues es parte de la comunicación. Para eso se le paga al traductor público,
para eso se contrata a un profesional, para que resuelva y comunique: ¡no para
generar más confusión! Por ejemplo:
Abreviatura
en el
documento fuente |
Palabra/frase completa
|
Traducción
|
Bs. As.
|
Buenos Aires
|
Buenos Aires
|
Prov.
|
Provincia
|
Province
|
Decr.
|
Decreto
|
Executive Order
|
RNR
|
Registro
Nacional de Reincidencia
|
National Registry of
Repeated Offences
|
9. PASOS FINALES.
«Trabajo mal hecho no se cobra». Una vez terminada la
traducción, deberán imprimir el documento y seguir los pasos de preparación que
expliqué en el video que publiqué en @translational_arg
(cuenta profesional en Instagram). ¡No deben olvidarse de nada! La traducción
pública que no cumple con lo dispuesto en el Reglamento de Legalizaciones será
rechazada, pondrán en problemas al cliente y, además, ¡ustedes no cobrarán los
honorarios!
10. RECORDATORIO: «Un cliente feliz siempre vuelve». El cliente que no tuvo problemas con el encargo, que pudo realizar un trámite (a nivel nacional o internacional) siempre volverá a contactarse con el traductor, básicamente porque sabe que puede confiar en la seriedad del servicio prestado. A su vez, no dudará en recomendar los servicios de dicho traductor. La mejor publicidad nace de uno mismo.
Espero que este decálogo sirva de ayuda a quienes se están iniciando en la profesión y, asimismo, que sirva de inspiración a los profesionales que ya están en ejercicio.
Copyright © 2020 Mariela Santoro
'La traducción pública: el arte de organizar la información' por Mariela Santoro se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.
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